Y pasa que cada vez que dices adiós una parte de ti se queda ahí, tal vez en forma de promesa, ya
sabes, tal vez en forma de un “tranquilo,
porque pienso volver”. Y te das cuenta de que eso para cuando cada vez que
dices adiós cuesta tanto, tanto que las
palabras se atascan en la garganta y tus malditos ojos se aguan, hasta te
tiemblan las piernas porque, joder, no quieres decir adiós.
Un ejemplo perfecto sería eso que nos pasa al final del
verano, cuando te marchas de tu pueblo después de pasar un mes con esa familia
que no volverás a ver hasta dentro de 11
meses y sientes que vas a reventar con esos “hasta el año que viene”, “cuidaos”, “os echaremos de menos”… y
joder, cada año las cosas son más difíciles y es inevitable llorar al decirles
adiós, porque la única esperanza que tienes es volver a verles, que nada vaya
mal y podáis volver a juntaros pronto, antes de lo esperado. Porque te dan
momentos increíbles, ye dan momentos que te hacen sentir único, momentos que
sólo pueden hacerse en un sitio como aquel, porque no te juzgan, porque sean
amigos, conocidos, primos, tíos, abuelos todo se resume en familia. Una gran e increíble familia.
See you soon Cadalso,
Cada año sois más increíbles.